UNA MIRADA MÁS PROFUNDA A LA ORDENACIÓN DE LA MUJER #03: ANTECEDENTES HISTÓRICOS

por Ty Gibson

La siguiente recomendación fue llevada ante el Congreso de la Asociación General, allá en el año 1881:



“Resuelto, que las damas que posean las calificaciones necesarias para llenar ese cargo puedan, con perfecta propiedad, ser separadas por ordenación para la obra del ministerio cristiano” (Hijas de Dios, p. 266.3).
Al parecer, este no es un asunto nuevo para nosotros como pueblo. En 1881, el Movimiento Adventista tenía mujeres activas y dedicadas al ministerio. Justamente esa realidad práctica es lo que promovió la recomendación que se llevó a cabo. No fue el resultado de un movimiento feminista tratando de invadir a la iglesia. La recomendación tampoco fue impulsada por las incursiones populares de la cultura secular. Surgió sencillamente como un reconocimiento de lo que estaba sucediendo: las mujeres adventistas estaban predicando el evangelio.

Elena G. de White no pudo asistir al congreso de 1881 de la Asociación General, debido en gran parte al fallecimiento de su marido, James, en agosto de ese año. Su hijo Willy, sin embargo, sí asistió al congreso. Él comunicó la dinámica política que presenció, describiendo dos grupos en desacuerdo, el uno con el otro—uno ‘progresista’ y el otro ‘conservador’ (W.C. White a Mary White, 2 de diciembre de 1881. White Estate, Archivos de la Asociación General). Después de debatirlo, la recomendación aún no se votó, pero fue enviada a un comité pequeño de tres hombres, y eso fue todo, ya que el asunto se quedó allí.

Aunque Elena G. de White no asistió al congreso de 1881, poco después, en su artículo del Review and Herald, el 4 de abril de 1882; ella comentó lo siguiente:

“Si hay una labor que es más importante que otra, es el de presentar nuestras publicacions ante el público, lo que llevará a los hombres a escudriñar las Escrituras. El trabajo misionero—presentando nuestras publicaciones a familias, conversando y orando con ellas y por ellas—es un trabajo útil, y uno que educará a hombres y mujeres para hacer el labor pastoral” (Review and Herald, 4 de Abril, 1882).

Probablemente no esperaban que ella dijera eso (yo tampoco lo esperaba). Elena G. de White preveía a las mujeres en el ministerio pastoral. Y, por favor, párense a reflexionar sobre el significado del contexto histórico en la cual ella hizo esta declaración. Una propuesta apenas había sido llevada ante el congreso de la asociación general, diciendo que las mujeres “sean escogidas por ordenación al trabajo del ministerio cristiano.” Luego, con esa recomendación en la mente de los adventistas, Elena G. de White declaró en la revista oficial de la iglesia que las mujeres, tanto como los hombres, pueden “desarrollar la labor pastoral.”

Observe también que el tema principal de su artículo fue la necesidad de circular literatura evangélica por medio del trabajo de ir de casa en casa. Pero entonces, aparentemente fuera del tema y sin motivo aparente—a menos que sepa que el liderazgo de la asociación general en ese mismo momento estaba considerando la cuestión de si las mujeres debían o no ser ordenadas—ella sólo lanza este breve comentario diciendo que haciendo ministerio en los hogares de la gente “se educará a hombres y mujeres para hacer la labor pastoral.”

Esta declaración indica, como mínimo, que Elena G. de White no estaba en contra de la recomendación de ordenar mujeres en 1881. Si así fuera, habría sido imprudente de su parte hacer este comentario en el contexto inmediato de una recomendación para ordenar mujeres al ministerio pastoral. Así mismo, es inconcebible que Elena G. de White no hubiera advertido a los hermanos de la Asociación General a abstenerse de aprobar la recomendación para ordenar a las mujeres si, de hecho, el hacerlo constituiría infidelidad a las Escrituras y rebelión contra Dios. Pero no lo hizo. En efecto, ella apuntaba en la dirección opuesta en el mismo momento en el que el asunto estaba siendo considerado.

Algunos han intentado negar el significado de su declaración en 1882, alegando que ella sólo usó el término “labor pastoral” como sinónimo de la obra del colportaje, la labor de puerta a puerta. Pero el lector que es objetivo, se dará cuenta de que su punto en concreto era que, el trabajo como colportor proporciona una educación para hacer una transición hacia el ministerio pastoral.

No, la declaración de 1882 no constituye una solicitud directa de parte de Elena G. de White para ordenar mujeres al ministerio evangélico. Se podría argumentar que ella no tenía ningún problema con que las mujeres desarrollaran una labor pastoral mientras no involucrara la ordenación. Muy bien. No queremos extraer más que lo que dice en la declaración, de un lado u otro. Pero lo que sí nos cuenta la declaración es que Elena G. de White previó “a ambos, hombres y mujeres”, trabajando en la labor pastoral; e hizo esta declaración sin estipular ningún tipo de restricción, en el contexto histórico inmediato cuando la Asociación General estaba considerando una recomendación para ordenar a mujeres.

Este sería un buen momento para detenernos y hacernos la pregunta sobre si de verdad queremos saber lo que la Biblia y Elena G. de White realmente dicen sobre este tema, y pedir que el Señor llene nuestro ser con objetividad y honestidad.

En 1901, Elena G. de White hizo una segunda declaración con respecto a las mujeres ocupando la posición pastoral:

“Todos los que deseen tener oportunidad de ejercer un verdadero ministerio, y que quieran entregarse sin reserva a Dios; hallarán en el colportaje oportunidades para hablar de las muchas cosas concernientes a la vida futura e inmortal. La experiencia así ganada será aun de más valor para los que se están preparando para el ministerio. Es la compañía del Espíritu Santo de Dios lo que prepara a los obreros, sean hombres o mujeres, para apacentar la grey de Dios” (Testimonios para la Iglesia, T6, p.324).

Esta es básicamente una repetición de su declaración en 1882, sólo que esta vez ella dice que “ambos, hombres y mujeres”, pueden “ser pastores de la grey de Dios”. La palabra “grey” es un término simbólico para la iglesia de Dios, específicamente indicando una congregación local de creyentes. Evidentemente, entonces, Elena G. de White previó hombres y mujeres ocupando el rol pastoral en congregaciones locales. De nuevo, al igual que en su declaración de 1882 sobre este tema, voces prominentes en el debate actual han descartado sencillamente esta declaración como si no tuviera relevancia con respecto a este tema. Dicen que “Ella sólo usaba la palabra ‘pastor’ como sinónimo para el colportor que va de puerta en puerta.” Pero está claro que ese no es el caso. Ella claramente dice que el trabajo del colportor sirve como preparación tanto para hombres como para mujeres, para “ser pastores de la grey de Dios”. La primera categoría de trabajo es una preparación para entrar en la segunda categoría.

Pero si eso no está suficientemente claro, en los próximos dos párrafos del pasaje, Elena G. de White elimina toda duda con respecto a su intención. Después de mencionar que la obra del colportaje sirve como una preparación tanto para los hombres como las mujeres, con el fin de “ser pastores de la grey de Dios”, ella expresa una advertencia. Ciertos ministros les decían a algunos que estaban haciendo la obra del colportaje que ellos deberían entrar al ministerio del púlpito y ser predicadores. Ella advirtió en contra de atraer a los colportores al ministerio pastoral, explicando que algunos de los que estaban haciendo la obra del colportaje debían, de hecho, permanecer en dicha obra, porque sus dones complementaban ese trabajo.

Entonces ella apeló a cada individuo, tanto a hombres como a mujeres, a que escogieran quedarse en el colportaje o entrar en el ministerio pastoral basado en una evaluación de sus dones y vocación, no basado en palabras halagüeñas de aquellos que les decían que debían ser predicadores. Es evidente, por lo tanto, que Elena G. de White estaba tratando la obra del colportaje y la obra pastoral en dos categorías distintas, lo que clarifica de igual manera que ella estaba diciendo explícitamente que las mujeres, así como los hombres, están aptos para ambas categorías.

También en 1901, Elena G. de White hizo un llamado apasionado para los obreros, y en el transcurso de su llamado ella dijo que ambos, “hombres y mujeres… hermanos y hermanas,” son llamados a ser “sacerdotes para el Señor” y “ministros de nuestro Dios.” Fíjese en la progresión de su pensamiento y en la fuente bíblica que ella estaba usando:

“Si los hombres y las mujeres actuasen como la mano ayudadora del Señor, haciendo obras de amor y bondad, elevando a los oprimidos y rescatando a los que están pereciendo, la gloria del Señor sería su respaldo.

“Cristo dijo de Su obra, ‘El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos…

“Despierta, despierta, mis hermanos y hermanas. Debes hacer la obra que Cristo hizo cuando Él estaba en la tierra. Acuérdate que puedes obrar como la mano ayudante de Dios en abrir las puertas de prisión de aquellos que estan descuadernado. Maravilloso es la obra que Dios desea cumplir atravez de sus siervos, que Su nombre sea constantemente glorificado. El espera a obrar a través de su pueblo. Aquellos que estan dispuestos en hacer usados obtendrán una rica experiencia, una experiencia llena de la gloria de Dios…

“De los que sirven como Su mano ayudante, el Señor dice ‘Serán nombrados los sacerdotes del Señor; los hombres les llamarán los ministros de Dios’” (Elena G. de White, Review and Herald, Octubre 15, 1901).


Uno de los argumentos que se muestran en contra de permitir la ordenación de las mujeres es que los sacerdotes del Antiguo Testamento eran todos hombres.

El pasaje bíblico que ella está citando es Isaías 61. Es una profecía del ministerio en el cual el Mesías se involucraría. Estamos generalmente familiarizados con la parte de la profecía que Jesús aplicó a sí mismo, pero Elena G. de White va más allá, citando una parte de la profecía con la que la mayoría de nosotros no estamos familiarizados, la parte en la cual Isaías predice la formación de la iglesia del Nuevo Testamento en el inicio del ministerio del Mesías:

“Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados” (Isaías 61:6, Reina Valera 1960).

Uno de los argumentos que se muestran en contra de permitir la ordenación de las mujeres es que los sacerdotes del Antiguo Testamento eran todos hombres. Por lo tanto, se razona que solamente a los hombres se les debiera permitir ocupar el rol de pastores en la iglesia. El problema con este argumento es que falla en reconocer que dentro de la narrativa bíblica, el sacerdocio levítico del Antiguo Testamento da paso al sacerdocio del Nuevo Testamento de todos los creyentes. Isaías 61 es una profecía específica que predice esta transición. Lo que hace Elena G. de White con Isaías 61 es bastante revelador. Ella cita la profecía usando el lenguaje de “Sacerdote” y “Ministro”, y lo aplica tanto a los hermanos como a las hermanas, a hombres y mujeres, dentro de la iglesia. Esto es de mucha importancia, porque demuestra, inequívocamente, que la profecía bíblica ha previsto el cuerpo de Cristo como un sacerdocio de todos los creyentes y Elena G. de White simplemente asumió que la profecía estaba señalando tanto a hombres como a mujeres, para ocupar el papel sacerdotal y ministerial en la iglesia cristiana.

De nuevo, igual que en su cita de 1882, estas dos citas del 1901 no se comparan a un llamado directo para la ordenación de la mujer. Pero lo que sí nos dice es que Elena G. de White tenía previsto involucrar, tanto a las mujeres como a los hombres, en el rol ministerial, pastoral y sacerdotal. Adicionalmente, es vital notar que dentro de los escritos completos de los 25 millones de palabras que ella escribió, Elena G. de White nunca escribió una cita diciendo que las mujeres deben o no deben ser ordenadas al ministerio pastoral.


El caso en contra de las mujeres ordenadas que ocupan un papel pastoral, en gran medida se basa en dos principales argumentos…

Entonces procedemos cándidamente a examinar lo que la Biblia dice acerca del tema. El caso en contra de las mujeres ordenadas que ocupan un papel pastoral, en gran medida se basa en dos principales argumentos:
La cita de Pablo sobre el “marido-de-una-sola-mujer” en 1 Timoteo 3, en el contexto de su cita sobre el orden de la creación en 1 Timoteo 2 (también en Tito 1:5-9).
La cita de Pablo acerca de ser la “cabeza”, en 1 Corintios 11.

Vamos a considerar a ambos cuidadosa y objetivamente.

PUBLICADO ORIGINALMENTE: https://lightbearers.org/blog/una-mirada-mas-profunda-a-la-ordenacion-de-la-mujer/

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